domingo, 14 de febrero de 2010

REIR LLORANDO

Viendo a Garrik —actor de la Inglaterra—el pueblo al aplaudirle le decía:«Eres el mas gracioso de la tierray el más feliz…»Y el cómico reía.
Víctimas del spleen, los altos lores,en sus noches más negras y pesadas,iban a ver al rey de los actoresy cambiaban su spleen en carcajadas.
Una vez, ante un médico famoso,llegóse un hombre de mirar sombrío:«Sufro —le dijo—, un mal tan espantosocomo esta palidez del rostro mío.
»Nada me causa encanto ni atractivo;no me importan mi nombre ni mi suerteen un eterno spleen muriendo vivo,y es mi única ilusión, la de la muerte».
—Viajad y os distraeréis.— ¡Tanto he viajado!—Las lecturas buscad.—¡Tanto he leído!—Que os ame una mujer.—¡Si soy amado!—¡Un título adquirid!—¡Noble he nacido!
—¿Pobre seréis quizá?—Tengo riquezas—¿De lisonjas gustáis?—¡Tantas escucho!—¿Que tenéis de familia?—Mis tristezas—¿Vais a los cementerios?—Mucho… mucho…
—¿De vuestra vida actual, tenéis testigos?—Sí, mas no dejo que me impongan yugos;yo les llamo a los muertos mis amigos;y les llamo a los vivos mis verdugos.
—Me deja —agrega el médico— perplejovuestro mal y no debo acobardaros;Tomad hoy por receta este consejo:sólo viendo a Garrik, podréis curaros.
—¿A Garrik?—Sí, a Garrik… La más remisay austera sociedad le busca ansiosa;todo aquél que lo ve, muere de risa:tiene una gracia artística asombrosa.
—¿Y a mí, me hará reír?—¡Ah!, sí, os lo juro,él sí y nadie más que él; mas… ¿qué os inquieta?—Así —dijo el enfermo— no me curo;¡Yo soy Garrik!… Cambiadme la receta.
¡Cuántos hay que, cansados de la vida,enfermos de pesar, muertos de tedio,hacen reír como el actor suicida,sin encontrar para su mal remedio!
¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,porque en los seres que el dolor devora,el alma gime cuando el rostro ríe!
Si se muere la fe, si huye la calma,si sólo abrojos nuestra planta pisa,lanza a la faz la tempestad del alma,un relámpago triste: la sonrisa.
El carnaval del mundo engaña tanto,que las vidas son breves mascaradas;aquí aprendemos a reír con llantoy también a llorar con carcajadas.

QUIEN ME ENSEÑO LA VIDA BOHEMIA


Masa

De: César Vallejo

Al fin de la batalla,y muerto el combatiente, vino hacia él un hombreY le dijo:
«No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo. Se le acercaron dos y repitiéronle:«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo. Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo. Le rodearon millones de individuos,Con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! Siguió muriendo. Entonces, todos los hombres de la tierraLe rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; incorporose lentamente,si Abrazó al primer hombre; echóse a andar.